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Foto del escritorRedacción

GAMBOA, TIRANO SÁTRAPA

Jorge Gamboa Olea, presidente magistrado del Tribunal de Justicia del Estado, ha mantenido desde su llegada a esta instancia, un comportamiento sostenido de ridículo pero finalmente eficaz saltimbanqui, que lo mismo se rinde y ejecuta la justicia con torceduras por órdenes de Cuauhtémoc Blanco y Ulises Bravo, que se sienta con diputados de una y otra legislatura para celebrar acuerdos, no todos correctos y si altamente tendenciosos.

De Gamboa se ha dicho y publicado mucho, con una mayoría de contenido que llega a lo escandaloso, como eventos personales en el seno del poder judicial, con personal del mismo que incluye a cercanos, ya relaciones amistosas, ya gritos familiares, por ejemplo su pareja legal que, igual que él, es magistrada del TSJ.


Sus actuaciones públicas como representante de un poder relevante, lo exhiben nada profesional y sin la mínima ética para el cargo, lo contrario absoluto del requisito moral y social para encabezar uno de los poderes del Estado. Sin embargo, sus rapacerías (varias de ellas probadas y otras que en la vida del PJ perduran días, semanas y meses y nunca han sido desmentidas) van a extremos de destrucción de carreras y hasta privación de la libertad, si de cuidar sus intereses personalísimos con los recursos oficiales y con personal de ahí mismo, se trata.


Es así que, impune y con resortes en los otros poderes, abusa de su función al frente del TSJ, y arremete en contra de quienes no se pliegan a sus intereses personales y a sus pasionales secretos deseos.


Las Juezas


Los últimos días autoridades de Morelos y Guerrero se ocuparon insistentemente (con coberturas mediáticas evidentemente de pago por evento) de mostrar a una empleada de la justicia morelense, de nombre Sarai Juaullek, la que ha sido enviada a prisión. Se menciona un caso de cientos de millones de pesos de un litigio donde Sarai tiene que ver cómo colaboradora del TSJ.


Este, todo indica, es el pretexto del doctor Gamboa Olea para enviar señales dentro y fuera del edificio judicial, de su poder-poder.

Con el tradicional método de linchamiento mediático antes de conocer el destino jurídico, Sarai Juaullek está presa. Es cuando aparecen páginas defendiéndola y señalando directamente al magistrado presidente Gamboa Olea de aprovecharse del cargo y cuidar, en este caso, “sus intereses afectivos”, como narra uno de los 14 mensajes que hemos recibido por la red social.


Entra ahí otra servidora pública, Paola Tapia Esquivel, recientemente nombrada jueza sin cumplir con requisitos de ley, específicamente los cinco años de titulación antes de un cargo como el que ejerce. Gamboa la hizo jueza. Es abogada egresada por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en 2021, hace tres años.

Esto motiva el amparo de varios funcionarios de carrera del Tribunal, como Saraí Juallek y Antonio Aranda Flores, que los convierte en enemigos del titular del poder judicial, cuya cercanía con la jueza Tapia Esquivel es pública en los tribunales locales y la rumorología llega a extremos de relaciones extra-ordinarias.


Según lo que hemos recibido de personal del Tribunal Superior de Justicia a los que mantendremos en reserva, Gamboa pidió a Sarai Juallek y Antonio Aranda Flores, desistieran del amparo en contra de la asunción de Paola Tapia como jueza por no cumplir con la ley, y se comprometió con la primera a “hacerla jueza interina ”, pero debía sacar el recurso de amparo. No dan detalle de Antonio Aranda Flores.


La negativa de ambos trajo inmediatas consecuencias:


Sarai Juallek está encarcelada por un tema no esclarecido plenamente en los tribunales, pero sí orquestado un linchamiento mediático que ha teñido serios efectos emocionales y familiares, insisten los denunciantes de Gamboa Ojea. Y a Antonio Aranda Flores lo quito como secretario de acuerdos en Cuernavaco y envío al distrito de Jonacatepec en funciones de oficial judicial.

Señor de Horca y Cuchillo


Desde sus tiempos como ministerio público de la fiscalía general del Estado con Graco Ramírez Garrido Abreu, este señor Gamboa era acompañado por cuando menos cuatro agentes de la policía ministerial en funciones de guaruras. Siempre un sujeto gustoso de la espectacularidad y el derroche a cuenta del erario público.

Esos privilegios para el propio Gamboa eran merecidos, al ser “el MP de consigna del gobernador Graco” y casos “con altos intereses sobre todo económicos sobre todo”, eran enviados a su mesa y dictados desde oficinas de gobierno ajenas a la fiscalía que encabezaba Javier Pérez Duron. “Es el hombre de las confianzas del gobernador aquí, el más poderoso”, corría en los pasillos del viejo edificio de ja Base Zapata al norte de Cuernavaca.

Es así como por instrucciones de Graco Ramírez la legislatura local lo nombra magistrado, y ahí inicia su carrera desbocada a una posición que le tardó pero sus alianzas con Ulises Bravo y Cuauhtémoc Blanco, más el empujón de algunos legisladores de la 55, lo hacen presidente del Tribunal Superior de Justicia.


La carrera turbia y serpentinesca de Jorge Gamboa Ojea podrá llegar a su fin o cuando menos frenarse, si los magistrados en su mayoría se comportan congruentemente. El daño institucional es sabido en cada rincón de las oficinas del tribunal, pero afuera, en calles, oficinas, cafés y banquetas, ya es un escándalo.


Seguro habrá quienes detengan la frenética carrera, desesperada y peligrosa, de una persona enloquecida por el poder, en este caso el judicial, ennegrecido con cachos pestilentes del ejecutivo y otros del legislativo.


En tanto, aplica su ley, donde predomina la venganza y se ventilan eventos irresponsables con el cargo, irrespetuosos con la familia e irreverentes con un sector históricamente respetado hasta hace poco aplicado y hoy enlodado: el de la justicia.


Entonces, esa frase por aquí repetida que “en Morelos no existe la justicia” tiene a un protagonista central en el doctor Jorge Gambia Olea.

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